domingo, octubre 18, 2009

"Buscar las canciones... Es como ir de pesca"





"Mucho gusto", dice en casi perfecto castellano una voz inconfundible. Grave, cascada, como si llegara desde el fondo de un pozo oscuro. Esa voz que alguien definió hace tiempo como "Louis Armstrong cantando desde el infierno".

Tom Waits, como una voz, aparece y desaparece del candelero a su gusto. Durante seis años no editó nada de nada. Tras el largo silencio, en 1999, salió a la venta "Mule variations" (que, inesperadamente, vendió más de un millón de copias) y, hace un par de meses, se despachó con dos álbumes en simultáneo.

"Alice" y "Blood money". Ambos, fruto de trabajos teatrales junto a Robert Wilson. Su castellano -asegura Waits- tiene explicación. "Mi padre era profesor de español, así que cuando era chico pasábamos cada tanto algún tiempo en México, en los bares, las barberías, los cafés. Tengo muy buenos recuerdos de esos viajes." Bares, barberías, dice. Allí, se sospecha, empezó a descubrir esos personajes marginales que convertiría en relatores de sus canciones, en protagonistas de historias de perdedores y freaks. Y de la propia. En algunas entrevistas ha dicho que nació en el asiento trasero de un taxi, en otras sitúa el origen en un camión. Coincide el lugar, Pomona, California. Y la fecha, diciembre de 1949.

"El origen de mis canciones siempre es algo muy pequeño -cuenta-. Un breve intercambio de palabras en el mercado, o una persona que veo, sola, en la parada del autobús, o alguien que busca a otro en un bar la noche de Año Nuevo. O recuerdo a alguien que conocí cuando era chico. Luego, es como soñar despierto, parte verdad, parte ficción. A veces, simplemente, estoy cantando sin saber bien qué. Es algo que no podés evitar y que los chicos hacen todo el día. Por ejemplo ayer, estuve en la playa y había cinco pequeñas niñas jugando, gritando, riendo, llorando, corriendo. Ese sonido que hacían es el mismo en cualquier parte del mundo".

Los dos discos están basados en proyectos teatrales, ¿es diferente a cómo trabajas para otros álbumes? -Pienso que las canciones son películas para los oídos y las películas son canciones para los ojos. Cuando buscás las canciones, es como si dieras vuelta los ojos para mirar dentro de tu cabeza. Si te quedás quieto y tenés habilidad, podés conseguir las mejores. Es como ir de pesca. Los peces grandes son los más inteligentes, por eso son grandes, porque no se han dejado cazar (dice, y lanza una risotada). A las pequeñas las tenés un ratito y después las volvés a tirar al agua. A Waits le gustan las metáforas, y no sólo las de pesca.

Ha dicho que las mejores canciones salen de la tierra, como las papas, o que tienen que ser como un martillo, simple y fácil de agarrar. Y recurre a lo cotidiano y culinario para hablar del trabajo en colaboración con su esposa, la dramaturga y guionista Kathleen Brennan, con quien comparte la autoría de las canciones de estos álbumes. "Es difícil decir cómo lo hacemos. Es como las tareas de la casa, como hacer una comida. Uno hace compras, otro abre la lata, otro pasa el queso". Y agrega que para componer muchas veces utilizan los sueños de ella. "Tiene ese tipo de sueños sabáticos, estilo Jerónimo Bosch. Los recuerda y los escribe. Yo no. O tal vez éste sea el sueño y, cuando vamos a dormir, la verdadera vida comienza. Como eso de si el hombre sueña que es una mariposa o la mariposa sueña que es un hombre; la de Li Po." Su admiración por su esposa parece no tener límites: "Es la mejor. Es la Mujer Maravilla. Usa un traje enterizo, capa y máscara y se para en el techo, frente al viento. Ella es quien lee los libros y me los cuenta", confiesa.

Dos caras de una moneda Las canciones de "Alice" fueron compuestas para la obra de Wilson estrenada en 1992 -fue, durante años, el "gran disco perdido de Waits"- y está basada en la relación fascinada de Lewis Carroll con Alice Liddell, la niña a quien le contaba los cuentos que luego se convirtieron en libros. "Sí, no es la historia del País de las Maravillas, sino la de la hipotética obsesión que el autor tiene con esta joven niña, que le dispara algo inesperado en su cerebro, como si tuviera un clavo oxidado en su mente. En verdad, empieza siendo sobre Carrol, pero en el fondo es sobre todos. Sobre obsesión, romance, locura y fiebres en la mente. Fiebre cuando me besás, fiebre cuando me abrazás fuerte, fiebre en la mañana, fiebres durante la noche".

El otro, "Blood Money", cambió su título en el pasaje del teatro -"Woyzeck", de Georg Büchner, adaptada por Wilson- al disco. Y, también, es sobre pasión y locura. En este caso, la de ese soldado que, entre experimentaciones médicas e infidelidad conyugal termina en el crimen. Los autores en que se basó -Carroll, Büchner- son europeos y del siglo XIX. Waits decidió quitarle protagonismo a la guitarra, en favor de instrumentos extraños: pump-organ, chamberlain, calliope, stroh violin. Igualmente, ambos se distinguen entre sí. En "Alice" predomina el clima de cabaret alemán y de canciones de bar, mientras que "Blood money" suena a carnaval oscuro y extraviado. "Grabé ambos en el mismo período de tiempo -cuenta.

Fue un desafío hacer que cada uno sonara único, con diferentes texturas y climas. -Ese desafío, ¿fue una elección? -No lo sé, las cosas buenas vienen de a pares. Y decidí sacarlos juntos porque estaban terminados, simplemente. Estamos fertilizando la era del comercio (agrega y ríe con ganas e ironía). Estos discos son como socios en el tiempo, vinieron como mellizos. En otros discos, Waits acostumbraba grabar en el exterior, fuera del estudio. En estos dice, lo ha utilizado sólo para grabar el calliope (un instrumento voluminoso utilizado por los circos). "Cuando elijo grabar afuera es porque pienso que el mundo va a colaborar. Los aviones cambian los acordes, están los gallos, los niños. Cualquiera puede entrar en una habitación, cerrar la puerta a prueba de ruido y grabar. Pero la grabación afuera tiene otro gusto. Todo lo que escucho suena como música para mí, y no encuentro motivo para eliminarlo, me gustan los sonidos del mundo.

Es en su auto, también, donde dice que le gusta escribir canciones. "Siempre llevo un grabador, de los comunes, y me voy grabando". -"What´s he building?", del CD anterior trataba sobre la desconfianza al extraño. ¿Se ha agravado ello? -Sí, tenemos miedo uno del otro. Se respira mucho desprecio y temor, la gente imagina cosas terribles de los otros. Yo tiré mi televisor a la pileta de natación porque prefiero leer diarios. Podés hacerlo a tu ritmo y podés guardarlos. En cambio, la tele pasa a través tuyo como el agua. Es un tiempo difícil. Todo el mundo está en llamas, y yo no tengo respuestas. A la vez, es interesante, crisis y oportunidad son una misma letra en el alfabeto chino.




-Has trabajado mucho en cine; ¿hay algún proyecto futuro? -No por ahora. Aunque tal vez el camino me lleve por allí otra vez. Me interesa el cine, pero prefiero las canciones porque estoy a cargo (y vuelve a reír, tal vez de ese sí mismo a cargo). Son mis películas, las invento y logro habitarlas. En cambio el cine es algo enorme. Aunque siempre estoy en contacto con Jarmush. Lo quiero mucho, haría cualquier cosa con él. Con respecto a los discos dice que sólo saldrá a tocarlos por unas pocas ciudades. Sí, se sabe que no le gustan mucho las giras. Y cuando lo hace, como para "Mule variations", son apenas unos pocos shows, breves -de una hora- y a precios caros. Pero lanza una carcajada cuando la pregunta es si no le gusta la vida de la ruta o si se aburre de tocar algunas canciones. "Hay algo de cierto en eso. A veces las canciones comienzan a disolverse cuando las llevás a la ruta. Algunas sabés enseguida que las vas a estar cantando por 20 años, y otras que las vas a cantar una vez y nunca más. Es como si tuvieran su propia vida. Algunas están dispuestas a salir al mundo y hacer dinero, otras tienen miedo de dejar la casa."

Adriana Franco


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