miércoles, junio 18, 2008

"Reflexionar sobre nuestra capacidad de amar"

“No creo que mi cine sea un entretenimiento, se trata de plantear preguntas constantemente, ¿cuánto sientes?, ¿cuánto sabes? ¿Eres consciente de esto?, ¿puedes soportarlo?, ¿qué parte de la vida es la que más nos interesa? En mi cine quiero mostrar cómo la gente se relaciona, cómo buscan amor, ni dinero, ni otra cosa, y los riesgos que corren para lograrlo… Nos han vendido el bienestar como sustituto de la vida, lo que necesitamos es reafirmar nuestras emociones humanas, reflexionar sobre nuestra capacidad de amar…” John Cassavetes
El jueves 12 de junio le hicieron un homenaje a Carlos José Mayolo, mi profe adorado Ramiro Arbeláez me invitó para que hablara de él, pero tenía un viaje aplazado a Bogotá y era imposible cancelarlo, entonces le dije a Óscar Losada, uno de los más entrañables compinches que tuvo Mayolo en sus últimos años, que leyera estas pocas líneas en mi nombre, las dejo entonces...
En los últimos días Cassavetes ha ocupado gran parte de esos momentos maravillosos que permite el trajín diario para reafirmarse, para traer a la mente instantes que quedan indelebles; Cassavetes y sus aseveraciones sobre el amor y la falta de amor, me han hecho recordar a Mayolo, a Carlos José Mayolo. Lo recuerdo transpirando amor, hablando sobre amor y entregando en cada palabra esas emociones humanas contradictorias y enrevesadas que le interesaban tanto al director norteamericano, que inventó sin proponérselo si quiera, el cine independiente al que tanto aspiramos los que queremos ser cineastas, los que ya lo han sido y siguen insistiendo y ese grupo inmenso que enfila la industria que apenas se vislumbra. Ese cine, esas verdades eran las que buscaba Mayolo, por eso nunca le importó llamar a todo por su nombre, sin tanto enredijo, ni protocolo, sin que le interesara si estaba hablando con el mismísimo Rey Salomón o la reina de Saba, para qué, eso le importaba un bledo, lo que quería realmente era cuestionar, retar, ponerte en el borde, contradecirte y luego reír porque caías en el juego sin entender ni siquiera las reglas. Así es que lo recuerdo, riendo, enseñando, siempre, todo el tiempo, en cada charla, desde el momento en que lo conocí cuando llegó a la Universidad del Valle para que aprendiéramos a dirigir actores, luego cuando moría de la risa porque le interesaba un carajo saltarse el eje o las continuidades, aunque sabía perfectamente cuáles eran, y a mí se me paraba el pelo, sin entender que eso no era lo que importaba, si no las historias, las emociones de los personajes que se convertían para Mayolo en su familia, por eso sus relatos siempre estaban salpicados de sus anécdotas. Mucho después, cuando su lugar de enseñanza era la biblioteca de don Eduardo, cada tarde era aprender, divertirse, escucharle hablar sobre la escuela de cine que quería hacer, sobre los libros que estaba escribiendo, sobre las películas que quería filmar, y en cada tarde de esas salía uno de la casa de Beatriz y de Mayolo con una nueva sabiduría, con manuscritos que luego compartía con mis estudiantes, porque eso era lo que él quería, “qué sirva pa’algo toda esa carreta, no?, eso era lo que me decía; entonces me iba con sus verdades bajo el brazo y aún las cargo, y aún sigo enseñando esos primeros textos que hoy hacen parte de La vida de mi cine y mi televisión. Por fin, referencia de varios estudiantes que han llegado a decirme, profe, ese man era un tenaz, ¿no? Qué cagada no haberlo conocido. Sí, no sabe de lo que se perdió, dice uno y sonríe, porque cada recuerdo de Mayolo trae una carcajada por sus irreverencias, por sus ojos grandes atragantándose de mundos que sólo él sabía mirar y luego nos los mostraba como en angular, con su cara de niño perverso que acaba de hacer maldades y luego se esconde a herniarse de la risa por la cara aterrada de los otros, como lo hacía Hitchcock, como Welles, como Cassavetes, pero con el arrojo y el veneno por el cine que nos dejó inoculados y no podremos nunca sanar, gracias entonces Carlos José Mayolo, por eso y por todo lo otro, desde acá y para tu más allá.

2 comentarios:

matro dijo...

No pensé que se fuera a hacer un homenaje a Mayolo, sin embargo lo hicieron, se demoraron pero lo hicieron. Lastima el supuesto conversatorio con Luis Ospina, que se convirtió en la lectura de dos hojas y su retirada inmediata. Pero bueno, se le perdona, por el simple hecho de hacer presencia.

P dijo...

Tengo un grano en el culo que parece un pezón y me excita chuparlo.

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