miércoles, septiembre 30, 2009

Prometo



Lo intentaré,
prometo hacerlo...
Prometo
no mirarme en tus ojos azul quitapenas.
Prometo
no desgarrar palabras
para enamorarte.
Prometo
no creer,
y menos decir
que sos el hombre
de la esquina encantada.
Prometo
no querer llamarme Heloísa,
porque vos no podés ser el maestro Abelardo.
Prometo
no contar los días
en las lunas de Júpiter.
Prometo
no inventar nostalgias en colores,
para encontrarte.
Prometo
no emocionarme con tus recuerdos
que parecen novelas de intrigas
y por entregas.
Prometo
no amarte,
aunque de tantas promesas
tal vez,
ya no lo intente.


sábado, septiembre 26, 2009

El intelectual está siempre luciéndose







El intelectual está siempre luciéndose,

el amante, siempre perdiéndose.

El intelectual se escapa.

Por miedo a ahogarse;

todo el asunto del amor

es ahogarse en el mar.

Los intelectuales planean su reposo;

los amantes se avergüenzan de descansar.

El amante siempre está solo.

Aun si está rodeado de personas;

como el agua y el aceite, él permanece separado.

El hombre que se toma la molestia

de dar consejos a un amante,

no consigue nada. Es burlado por la pasión.

El amor es como el almizcle. Atrae la atención.

El amor es un árbol, y los amantes, su sombra.


Rumi





 


sábado, septiembre 12, 2009

Para Un Tribunal del Amor


Hoy se me antoja responderte con palabras que si la poesía me invistiera, las cantaría para ti. Pero se me antoja aún más recordar a la mujer de Aquitania, para hilvanar los paragraphes de un Tribunal del amor. Reclamar por esta ilusión que nunca más podrá ser, recordarte que he logrado despedirme por una y otra vez, pero insistes en tus presencias que no son más que el anuncio de nuestras eternas separaciones.

Te convoco aunque intente olvidarte, para repetir por última vez este adiós que ha alcanzado tan diversas formas, que se agota en ficciones inventadas para apartarte, en danzas interminables que no logran liberarme, y en palabras ya gastadas que no alcanzan su efecto y amenazan con no parecer deseadas.

Recurro al Tribunal y exijo, me pongo un traje para ondear una bandera en nombre de mi libertad que olvide estos miles de años, de melancolías y abandonos tuyos. Demando no vislumbrar más tus quimeras para dejar que se posesione de mi alma un camino que así tenga unas cuantas piedras en sus primeros tramos, no lo he zanjado yo; simple y renovador, ha aparecido en este tramo, sin que imaginara al menos que vendría sin anunciarse.

Regresa de una buena vez entonces, despídete sin prisas y sin valijas que te esperen en la entrada de mi casa que ha postergado cualquier antesala tuya. Pronuncia finalmente esa última despedida que sin treguas me devuelva la calma. Y no regreses más que en los recuerdos adolescentes que ya han dejado de aturdir para albergar silencios, sabidurías y sorpresas que tengo por descubrir en las nuevas esquinas que ahora transito.


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